Estoy atrapado con los percebes en mi cabeza. Ellos eligen todo por mí. Solo les gusta el plancton, a mí de vez en cuando me gustaría una hamburguesa. Pero son implacables, solo puedo escapar a su control una o dos veces por semana, que aprovecho para ir al casino a alimentar mi adicción al juego. No me juzgues. Es por culpa de los percebes. Ellos dicen que precisamente me controlan para que no arruine mi vida jugando, pero qué saben unos putos percebes. Quiero tener la libertad de elegir con qué esclavizarme.
Álex Garrido
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